Tecnología para los negocios - Robots en negocios que sustituyen al personal laboral


Robots en negocios que sustituyen al personal laboral

No se ponen enfermos, no se agotan, son eficientes y capaces de sacar adelante cantidades ingentes de trabajo que un humano jamás podría abarcar. Ya no son el futuro. Son el presente. Los robots forman parte de la realidad actual de las empresas, pero ¿ponen de verdad en riesgo el trabajo de los humanos? ¿Estamos viviendo una distopía de ciencia ficción y no nos hemos dado cuenta?

Los robots son autómatas capaces de hacer el trabajo de un humano mediante procesos programados. Entre ellos podemos distinguir diversas tipologías, como los androides, aquellos que replican la forma de las personas e intentan imitar su conducta, todavía poco comunes; los móviles, que se desplazan a través de una plataforma con ruedas; los zoomórficos, de forma animal; y los más habituales en el mundo empresarial, los poliarticulados, que mueven sus extremidades con pocos grados de libertad.

Los sistemas computarizados y electromecánicos llevan instaurados desde la Revolución Industrial, pero la actual Automatización Robótica de Procesos es una evolución tecnológica trascendente que deriva de ellos y permite a las nuevas plataformas de software reemplazar a trabajadores humanos mediante la implementación de robots, algo cada vez más en boga.

La duda es, por tanto, evidente. ¿Está en peligro el trabajo humano?

Robots en negocios: ¿amigos o enemigos?

De acuerdo con un estudio de la Federación Internacional de Robótica (IFR), en el año 2019 la cantidad de robots industriales instalados en el mundo de los negocios aumentará a unos 2.6 millones de unidades, rondando así el récord del millón de unidades que la industria había alcanzado anteriormente.

Según este informe, alrededor del 70 por ciento de los robots están en estos momentos operando en los sectores del metal, de la electrónica, el automotriz, o la maquinaria industrial.

La parte del mundo donde más se congrega el fenómeno de la robótica en el trabajo no es en Asia, como se podría pensar, sino la Unión Europea (aunque es verdad que China está a la zaga: se calcula que en unos años copará casi la mitad del mercado).

Por sorprendente que parezca, es en nuestro continente donde se reúne el 65% de los países con una cuota total elevada por encima de la media de robots industriales.

% de horas que pueden ser automatizadas empleando robots

Empresas como Walmart, en Estados Unidos, ya han abierto las puertas a esta nueva realidad. Sus robots hacen la misma labor que antes desempeñaban empleados normales, vigilando las estanterías de sus almacenes en busca de productos que se hayan agotado, corrigiendo errores en la etiquetación o el preciado e incluso atendiendo a clientes.

No trabajan solos, claro está: sigue habiendo humanos que colaboran con ellos recibiendo los datos almacenados y aportando soluciones.

En China, mientras tanto, la compañía Changying Precision Technology Company ha cambiado al 90% del personal con autómatas, obteniendo como resultado un aumento de la producción del 250%.

Ya es una realidad constatable que las máquinas puedan llevar a cabo tareas rutinarias con mayor presteza y menor coste que el personal laboral contratado. De esta manera, una gran cantidad de los procedimientos que en la actualidad se consideran no rutinarios, tales como, por ejemplo, la traducción, la venta comercial y hasta los diagnósticos médicos, en los próximos años llegarán a ser efectuados por las máquinas con igual (e incluso mejor) efectividad.

Sin embargo, hay áreas de trabajo a las que la robótica todavía no puede acceder, y que siguen siendo coto de los empleados de carne y hueso. Pero ¿cuáles?

Allá donde los robots no llegan

Hoy en día los procesos más informatizados son pasto de los trabajadores autómatas en las empresas más pujantes.

Suelen desempeñar aquellas tareas que antes estaban destinadas a los salarios más bajos y a los empleados menos cualificados. Sin embargo, estos robots siguen necesitando asistencia humana para dos tareas que, por fuerza mayor, han de estar realizadas por personas: el mantenimiento y la supervisión.

Los autómatas se averían como cualquier otra tecnología, y tanto su arreglo como su programación debe ser diseñada por mano de obra humana.

Por otra parte, la vigilancia para que ese trabajo se desempeñe correctamente es una tarea fundamental que de igual modo sigue siendo responsabilidad de los trabajadores convencionales.

Asimismo, aquellos trabajos que demanden la intervención de inteligencia creativa y social siguen sin poder ser ejecutados por las máquinas, por muy avanzadas que sean. Labores como el diseño, el marketing o la planificación estratégica todavía no son susceptibles de experimentar una sustitución.

Además, por mucho que haya actividades rutinarias que los robots ya están cumpliendo, como la traducción, siempre será imprescindible un grado de calor humano para conferir cercanía y adecuarlo al contexto más coloquial posible.

La docencia es otro de los sectores que jamás podrán verse invadidos en su naturaleza por los chips y los bits, ya que en este caso la intervención robótica existirá sólo para auxiliar y facilitar la labor de los profesores humanos, nunca para relevarlos.

Por último, la creación artística es un ámbito imposible de controlar por las máquinas. Ningún robot podrá liderar la industria editorial, cinematográfica ni de videojuegos como sí lo hace la clarividencia humana.

Siguiendo este mismo hilo, hay trabajos que la Inteligencia Artificial hoy día ayuda a tramitar, como la recopilación de datos, pero cuyo análisis siempre será más afinado bajo la lupa de un ojo con iris y córnea. Otras labores como la defensa legal o la investigación científica siguen igualmente blindadas al avance de los robots.

Conclusiones: ¿cuál es el panorama del futuro?

Es difícil resumir este tipo de discusión especulativa (¿qué pasará? ¿cómo? ¿cuándo?) porque hay muchas posibilidades que están demasiado lejos en el futuro, pero esto es, de momento, lo primordial: los nuevos tiempos auguran cambios revolucionarios y todas las empresas deben estar preparadas para ellos.

Nadie puede prever cómo afectarán estas transformaciones a la totalidad del tejido empresarial español, europeo o mundial, si bien es evidente que las relaciones entre trabajadores tradicionales y automatizados han de ser normalizadas obligatoriamente. Su cooperación será clave: a veces será el humano el que supervise a la máquina y a veces será el sensor de Inteligencia Artificial la que supervise al humano, pero ambos deben colaborar.

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