Recibimos constantemente el mensaje de que debemos transformar nuestras organizaciones para digitalizarlas. ¿Realmente es necesario? ¿Qué peligro conlleva no hacerlo de cara al futuro?
El grado de penetración de lo Digital en nuestra sociedad en los últimos años ha sido de tal magnitud que gran parte de los habitantes de nuestro planeta, hemos sufrido un importante cambio de mentalidad.
Algunas de las nuevas tecnologías que han surgido en estos años, a medida que se consolidan, nos empujan a realizar un viaje sin retorno hacia la Nueva Era Digital. Una Era a la que deben adaptarse instituciones, personas e incluso las cosas a un ritmo vertiginoso, presionados muchas de las veces por la propia razón de ser. Estas son algunas de las tecnologías que están impulsando esta nueva era:
La Transformación Digital ha forjado nuevas modalidades de crear conocimientos, educar a la población y transmitir información. Ha reestructurado la forma en que los países rigen su economía y ha creado nuevas formas de entretenimiento y ocio en mundos donde nos cuesta distinguir lo real de lo virtual.
Los cambios han sido espectaculares, ya nada es como lo era antes. El marketing, la prensa, el transporte, la banca, el comercio, todo ha cambiado y en muchos casos de forma radical. Y estos cambios han provocado la necesidad de modificar todas las empresas puesto que las que se han adaptado más rápidamente ahora están en lo más alto.
No es las especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la más receptiva al cambio.
(Charles Darwin)
A lo largo de este documento estudiaremos las implicaciones que tendrá la Transformación Digital en las empresas y en particular en las industriales.
Veremos que para cualquier organización gestionar esta transformación no es nada fácil pues supone un proceso de cambio permanente que requiere inversión, riesgos y elevados conocimientos en distintas disciplinas.
En el escenario actual cualquier decisión tecnológica puede convertirse en una decisión estratégica de negocio por ello debemos saber muy bien qué nos interesa más, antes de actuar.
El resultado de esa decisión afectará a la forma de trabajar de todos los miembros de nuestra organización, a nuestras máquinas, a nuestros proveedores y distribuidores y por tanto será parte influyente en la experiencia de compra de nuestros clientes.
El cliente tampoco es como antes, ha dejado de ser un consumidor sedentario tradicional y ha adoptado un papel activo frente una oferta completa y heterogénea que él mismo puede seleccionar según sus necesidades.
Ahora pueden conocer la calidad y profesionalidad de nuestros productos o servicios de manera inmediata. Ahora tienen más poder y son más influyentes.
Los clientes ahora están interconectados y gracias a las nuevas tecnologías ya no basan su decisión en lo que nosotros le digamos, sino en lo que otros usuarios opinan sobre nuestro producto.
The biggest impediment to a company’s future success is its past success.
(Dan Schulman – CEO PayPal Inc.)
En ningún caso, debemos entender la Transformación Digital como un cambio que trata de introducir tecnología en nuestra empresa únicamente para mejorar los métodos de trabajo tradicionales.
La Transformación Digital está aconteciendo gracias a la madurez de diversas tecnologías emergentes, que usadas en combinación, permiten a las empresas crear productos, servicios y modelos de negocio totalmente disruptivos. Dependerá de nuestros objetivos para que usemos unas u otras, en mayor o menor medida y en un orden u otro, para obtener la combinación ganadora.
Los cambios en las tendencias son cada vez más rápidos y debemos estar preparados para atender las exigencias de los clientes. Debemos adelantarnos en el tiempo e imaginar cómo serán nuestros productos y servicios en esa nueva sociedad sin aferrarnos a lo que conocemos.
Expondremos a continuación tres de los acontecimientos tecnológicos que, a nuestro juicio, han contribuido en mayor medida a esta acuciante necesidad de cambio:
Más adelante, veremos que existen diversas tecnologías que también han contribuido fuertemente, en la generación de la nueva etapa en la que nos encontramos y que alcanzarán mayor protagonismo los próximos años.
La Inteligencia Artificial (AI), el Internet de las Cosas (IoT), las redes inalámbricas (Wlan) y las Plataformas con computación en la Nube (Cloud Computing), son algunos ejemplos de las más prometedoras.
Otras tecnologías como las vinculadas con la Salud, la Economía, la Nanotecnología y en especial la Genética, aunque disponen de potencial modificar importantes aspectos de nuestra sociedad tal y como la conocemos, creemos que no tendrán mucha repercusión en la industria (al menos a corto plazo) y por tanto no formarán parte de esta guía.
La creación de Internet en 1969 por científicos del ARPA (Advanced Research Projects Agency) ha supuesto un antes y un después para la Historia de la Humanidad.
Internet es el director de la renombrada Transformación Digital. Dispone de capacidades que no paran de sorprendernos hasta tal punto que resulta complicado imaginar sus límites.
La Red de Redes, consiste en una infraestructura increíble que aglutina más de tres mil millones de usuarios que realizan diariamente miles de millones de transacciones de datos, constituyéndose en el pilar de la Digitalización y en el que se sustenta nuestro futuro.
Pero el éxito de Internet no fue inmediato, tuvieron que transcurrir más de diez años desde su aparición (1981) para que IBM sacase al mercado un ordenador personal (PC), que fuese asequible para empresas y familias.
La gran aceptación del PC por el mercado (aprox. 25 millones de unidades vendidas en 10 años) hizo surgir la necesidad de comunicar estas máquinas entre sí, pero el elevado coste de las telecomunicaciones, la lentitud de las mismas y la complejidad del uso del PC, impedían entonces la penetración masiva de Internet.
Tuvo que transcurrir otra década más para que Internet fuese adoptado por una gran mayoría de los usuarios del PC.
Desde entonces y hasta hoy su evolución ha sido espectacular, gracias fundamentalmente, a los grandes avances en el sector de las telecomunicaciones, que han permitido generar las infraestructuras necesarias a un coste asequible para empresas y familias.
En unos años hemos pasado de disponer en nuestros hogares y oficinas, de un módem que transmitía varios miles de bits por segundo y un tiempo de conexión que rondaba el minuto, a conexiones de redes de fibra óptica que alcanzan velocidades de Megabits por segundo y un tiempo de conexión de milisegundos.
Este aumento en las velocidades y el abaratamiento del coste en las comunicaciones, han permitido la adopción masiva del acceso a Internet en gran parte del planeta, provocando un impacto transformador en nuestra sociedad la pasada década y nada parece indicar que no siga así en los próximos años.
Antes de concebirse Internet, nadie era capaz de imaginar que se podría generar semejante infraestructura tras un entramado compuesto básicamente de ordenadores, enrutadores o routers, antenas y cables.
Desde el nacimiento de Internet, la Humanidad dispone de un mundo real o tangible y de otro virtual, si cabe más excitante. En gran medida su descubrimiento se asemeja al de un nuevo planeta, repleto de paisajes inexplorados, seres alucinantes e historias extraordinarias que nos invita a comenzar una nueva vida a través de nuestros avatares digitales.
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